Lliteratura

Lliteratura
Les hestories pequeñes son les úniques que pues lleer milenta vegaes...

viernes, mayo 20

"El amor florece en Otoño" Parte V"

Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.

Se acercan a la taquilla y piden dos entradas, a ser posible con los asientos situados de la mitad de la sala para atrás, donde mejor se puede ver una película.



Dayna y Fran intentan imaginar de qué puede tratar la película, titulada “Si la cosa funciona”. Cruzan los pasillos y llegan a la plaza central del cine, a su alrededor gran cantidad de puertas numeradas, cada sala con su número. Agilizando la vista buscan la sala número 9, encontrándola al final de un largo pasillo y al lado de un montón de sillas elevadoras para los niños pequeños. Fran lanza una mirada que lleva consigo una indirecta hacia Dayna, a causa de la diferencia de edad.


Abren las puertas de la sala número 9, su sorpresa y su mal presagio sobre el interés que pueda tener la película aumenta cuando, al entrar, ven la sala completamente vacía, no hay ninguna señal de vida humana por ninguna parte de la sala.


-¡Ay, mi madre! Esto es tremendo, ¡No hay nadie! Eso me hace pensar que la película no va a ser muy buena.- En la cara de Fran se había dibujado una expresión de sorpresa, o de decepción, que es imposible de describir con palabras.


-Ésta película la vi yo anunciada en internet y, si no recuerdo mal, la sinopsis parecía interesante. Creo que trataba de un anciano que acoge en su hogar a una chica muy joven, rubia, alta, muy bonita. Y me parece que el título viene dado por el hecho de que ambos quieren enamorarse, no lo sé, no lo tengo muy claro. No recuerdo bien.- Y era verdad, Dayna había leído la sinopsis de dicha película en la web oficial del cine en el que se encuentran y parecía interesante. Pero lo que a Dayna le puede parecer interesante no se lo parece a los que hubiesen sido ocupantes de las cien butacas vacías de la sala.


-Bueno, ya que no hay nadie nos podemos sentar atrás del todo, que siempre se ven mejor las películas. Además ahí no suele sentarse mucha gente.- Fran tenía una voz ni muy grave ni muy suave, fuese como fuese su voz a Dayna le encantaba.


-Hombre, en realidad no hay gente en ningún sitio.- Dayna se ríe durante unos segundos.


-Sí, tienes razón, bueno, nos sentamos donde tú quieras.- Fran también se ríe, reconoce que lo que ha dicho Dayna es cierto y que tiene su gracia, el gesto que provoca con su cabeza deja claro todo lo anterior.


A pesar de lo último que Fran ha dicho, Dayna le guía hasta la parte de atrás de la sala, su comentario era solo para recalcar el hecho de que no había nadie en la sala.


Escogen dos asientos situados en la última fila, por la parte de la derecha, apoyan sus chaquetas en las butacas de los lados puesto que están vacías. Se sientan uno al lado del otro, Dayna a la derecha de Fran, y Fran a la izquierda de Dayna.


-Es increíble, ¡Madre mía! ¿Será posible que no haya nadie?, ¿Tan mala será la película?- Fran no para de reírse y de repetir una y otra vez lo mismo, a Dayna también le hace gracia, los dos piensan igual.


Pasan unos tres o cuatro insignificantes minutos, y un pequeño resplandor llegó a la sala. No era exactamente un resplandor, sino un simple instante de iluminación apreciable en la sala.


-Vaya, vaya. Mira por dónde, ahí viene un hombre, ya nos somos los únicos en esta sala.- Dayna mostraba un tono medianamente burlón, en el buen sentido de lo que se pueda interpretar, igual que si por la puerta acabase de aparecer la prueba que demuestra el hecho de que la película puede estar entretenida.


Fran a esto, contesta entre una risa, una risa preciosa cabe decir.


-Ya, ahora sólo falta que se llenen cincuenta butacas más y la sala estará a la mitad.


Ambos miran al hombre que acaba de entrar en la sala y, con una expresión de decepción, o más bien de asombro, Dayna se acerca a la oreja de Fran y le susurra:


-¡Joder!, para un tío que entra en esta sala ¡Mira! Mira cómo va vestido, si me parece que una gabardina más grande no la pudo comprar.-


El eco de la risa de Fran se oye en toda la sala, pero el hombre no se da por aludido.


Se pagan las luces restantes de la sala de cine, señal de que la película comienza. La gran pantalla se ilumina y se oye una música fondo, a la vez que la publicidad se va turnando para proyectarse, anuncios de nuevas películas que se estrenarán próximamente.


Fran y Dayna se sonríen y clavan sus ojos en la pantalla. La película comienza con un primer plano enfocado a un hombre de avanzada edad y hablando hacia el público, aludiendo a que la sala está llena de espectadores. Dayna y Fran no pueden contener la risa, no una risa burlona ni desagradable, sólo están felices.


Pasan un par de minutos desde el inicio de la película, y no les hacen falta más a Dayna y Fran para convencerlos de que la película no les va a causar mucho furor. Desvían su atención de la pantalla, hasta giran sus cuerpos para estar frente a frente. Y empiezan a hablar, y no paran de hablar, hablan de todo, hablan de los últimos resultados de su equipo, hablan de personas que ambos conocen en su red social, hacen alusión al hecho de que la película no parece volverse interesante en ningún momento, por lo menos cercano.


Dayna se siente muy contenta al lado de Fran, le parece un chico muy agradable, está comprobado que lo es. Sus risas no cesan, y cada vez se hacen más comunes, si la sala de cine estuviese llena la risa distraería al público.


-Dayna…- Fran llama la atención de Dayna pronunciando su nombre y ésta, tras oírlo, se gira para encontrarse con su mirada.


-Dime.- Dayna parece preocupada, Fran la ha llamado en un tono no muy enérgico.


- ¿De qué conoces a Sara? Es que el otro día me fijé que la tenías agregada.


Dayna rebusca en su memoria y se da cuenta de quién está Fran hablando, Sara es una chica que vive en Noreña, una localidad cercana a Oviedo. Dayna le contesta afirmando con la cabeza, a Fran se le dibujó una expresión de sorpresa mezclada, tal vez, con un poco de desagrado. Indica a Dayna que debe acercarse con la cabeza para que escuche lo que le va a susurrar al oído.


-Verás, esa chica, me agregó a mí hace mucho tiempo y no es precisamente muy agradable.- A partir de estas últimas palabras a Dayna se le despierta la curiosidad por oír el resto de la historia que Fran tiene dentro de sí mismo.


Fran suspira, y después comienza a contar a Dayna toda la historia sobre él y Sara, o más bien sobre Sara, sus deseos amorosos y el pasotismo de Fran hacia ella. Es, o fue, una historia de algo que se puede llamar amor, desde luego no por parte de Fran, que no interpreta que una obsesión tal y como la vivió se pueda llamar amor.


A ninguno de ellos les gusta seguir hablando de temas desagradables, en este caso de Sara. Por otra parte la pantalla sigue sin mostrar imágenes, sonido, o la combinación de ambos que capte su atención, la película sigue sin interesarles. Ambos miraron a la pantalla a la vez y, tras ver que la poca diversión que transmitía la película seguía siendo poca, sus miradas coincidieron a la altura de los hombros, se sonríen y, en menos de un segundo, pero que a ellos les ha parecido más, Fran se inclina sobre Dayna con una intención fácilmente previsible. En aquel mísero segundo, el corazón de Dayna comienza a latir diez veces más rápido al ver que Fran se acerca milímetro por milímetro hacia ella, cuando se quiere dar cuenta de lo que está sucediendo Fran detiene el movimiento de su cabeza y sus hombros a no más de dos centímetros de los labios de Dayna, no del rostro, pues Fran frota sutilmente su nariz con la de Dayna y después ríe débilmente, Dayna le acompaña, pero en el rostro de ambos se ve marcado por una expresión de decepción.


El ambiente que ambos comparten se vuelve cada vez más frío tras este incómodo momento, miran a la pantalla a desgana, deseando ver quién de los dos es el primero en volver la cabeza hacia el otro en señal de que no le daba importancia al error cometido.


Dayna ha sentido algo muy especial aunque lo ocurrido no haya llegado a convertirse en lo que los chicos deseaban, Dayna no lo ve como una oportunidad, pero sí como algo con lo que desearía haber terminado la película. Para muchos, un beso es tan simple y común como un saludo, pero Dayna sabe que es algo especial, y también sabe que hubiera deseado besar a Fran antes de que acabase la película. Pero la oportunidad ha pasado como un pájaro en su vuelo.


La pantalla se vuelve negra de repente y poco a poco los renglones de color blanco comienzan a abarcar toda la pantalla, renglones blancos con nombres, con nombres de personas que han colaborado en la realización de la película. Dayna sabe que Fran está mirando hacia la pantalla y aprovecha el momento para, por tan sólo un segundo, mirar a Fran, sin desear que él se dé cuenta de la dirección de su mirada. Pero la intención de Dayna falla, Fran vuelve la cabeza y se encuentra con la mirada de Dayna nuevamente, las luces de los ojos azules de Fran se cruzan con la mirada de los ojos marrones, o verdes según Fran, de Dayna.


Fran tartamudea un par de veces, pero su fuerza interior le ayuda, y consigue decir lo que aparentemente parece sencillo, pero para él ha sido más complejo que cualquier reto que se le hubiese planteado anteriormente.


-No sé cómo puedes pensar que no eres guapa.-


-Pues porque no lo soy.- Dayna se muestra muy segura de lo dicho, no es una persona que se precie.


-Sí, sí lo eres, sí.- Fran no tiene la más mínima intención de darle la razón a Dayna.


-No.- Dayna tampoco cede.


-Que sí.- Fran comienza a tildar su voz con un tono de discusión.


-Que no…- Apenas puede pronunciar el último sonido de la palabra “no” cuando, en este momento y, tan rápido que Dayna no percibe lo que está pasando, Fran se inclina y dirige su rostro hacia Dayna, apoya sus labios en los suyos, ambos se unen sobre sus bocas y, poco a poco un beso hace que los chicos empleen todo el esmero que pueden dar, Dayna está nerviosa, pero la sensación que está viviendo es especial, le encanta. Sus dientes se rozan una milésima de segundo, y ambos sienten el aliento del otro calentando el interior de sus bocas mientras están sumergidos en aquel beso, beso que es fugaz, pues Dayna está asustada y se aleja de Fran unos pocos segundos después de iniciar aquel beso. A los dos les ha parecido un beso no lo suficientemente largo, en realidad puede haber sido demasiado corto, pero a veces Dayna se asusta hasta con las experiencias más agradables para ella, en especial ésta.


Dayna y Fran se siguen mirando y se sonríen, sus ojos enfocan miradas de gratitud y de placer.


La hora que marca el reloj avisa de que han de irse, han de volver a sus hogares pero, mientras levantan sus cuerpos de los asientos con intención de marcharse, Fran sujeta del brazo a Dayna y le propone lo que se puede entender como segunda cita, y cita que seguramente les una por completo como pareja adolescente, que no es poco.


-El día 31 de este mes celebraré mi cumpleaños, me gustaría que vinieses.


Dayna muestra una sonrisa que ocupa todo su rostro, y que evidentemente, sin respuesta, se puede adivinar que es un sí. Un sí a asistir al cumpleaños de Fran y un sí al que podrá ser el momento de que esta amistad que convierta en noviazgo. Es lo que se llama amor juvenil, amor nacido de un día de otoño, la mejor flor que ha podido florecer para ellos.

1 comentario: