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martes, mayo 17

"El amor florece en Otoño" Parte II

Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.

Los ojos de Dayna contemplan la pantalla y leen una y otra vez las últimas palabras escritas por Fran, en un segundo se pasa por su mente cómo sería el mejor sábado de su vida, vería a Fran a la puerta del cine, se acercaría a él, ambos se saludarían y se podrían conocer y hacerse verdaderamente amigos.



-Me apetece ir al cine la verdad, hace mucho que no voy, pero, ¿Dónde podríamos quedar? Porque vivimos algo lejos.- Fran tecleó esto con cierto temor, pues igual tal distancia era un impedimento para poder conocerse. Pero la tranquilidad llegó de la mano de Dayna.


-No pasa nada, podemos quedar e ir a los cines de Parque Principado, que te queda más cerca. Además, a mí me pueden llevar en coche.- Le dijo Dayna a Fran, aunque la verdad es que le hubiese dado igual el lugar donde conocerse, el único deseo era que llegase ese momento.


-Entonces hecho, el sábado nos veremos en los cines. A ver qué películas hay en la cartelera, espero que haya una de miedo. La verdad que tengo ganas ya de que sea sábado y conocerte, que en estos días me has caído bastante bien.- La emoción hace que a Fran le cueste escribir algo como eso, el pulso le empieza a temblar. Pero está muy contento, quiere conocer a Dayna lo antes posible.


-Sí, me imagino que alguna película de terror habrá. Voy a mirar en la página web de los cines, a ver si echando un vistazo veo algo.- Dayna entra en internet, teclea rápidamente la dirección web de los cines. Echa un vistazo a la cartelera y no parece que para el sábado sea posible ver una película de miedo.


Los dos quedan algo decepcionados con el listado de películas, pero a ellos lo que realmente les importa es conocerse, los planes son algo secundario. Dayna y Fran llegan a un acuerdo que no han tenido que discurrir demasiado. Se verán el sábado diez de Octubre a las cinco y media de la tarde. Como referencia se encontrarán en la entrada de una tienda de ordenadores del centro comercial e irán a ver una película, aunque aún no saben cuál. Decidirán una vez allí.


Una vez decididos los planes llega una mala noticia para Dayna dado por Fran, tienen que dejar de hablar, por lo menos hasta de noche. Se despiden y se dicen el uno al otro cuantas ganas tienen de conocerse. Fran alarga su despedida todo lo que puede, pero llega el momento definitivo en que su conversación se vuelve un fondo gris, en el que sólo queda ya Dayna, que abandona también segundos después.


Dayna recoge su portátil, pues sin Fran disponible para hablar con ella no tiene nada mejor que hacer, y de hecho tampoco lo quiere tener. Sube a su habitación a leer un libro, del que lleva leído cuatro páginas de las quinientas que tiene y que empezó hace una semana. Justo antes de haber conocido por la red a Fran.


Pasa las páginas de su libro. Hace que lee, pero no se da cuenta de lo que sucede en la historia. Pasea la vista por las hojas, vacías para ella de sentido. Tiene a Fran en la cabeza constantemente y no puede sacárselo. Aunque tampoco se esfuerza por intentar sacárselo. No quiere.


Llega la hora para Dayna de irse a la cama, pero Fran aún no ha vuelto a conectarse al chat, su foto de perfil continuaba en un fondo gris. Pero Dayna decide quedarse a esperar un poco más, se va a su habitación para hacerle creer a su madre que se va a acostar. Coge el ordenador portátil y, bajo las sábanas de su cama continúa a la espera de que en algún momento apareciese un aviso de que Fran estaba en línea, disponible para poder hablar con Dayna.


Pasa el tiempo, un minuto para Dayna se hacía eterno y sus ojos comienzan a cerrarse por el cansancio cuando, de repente aparece en el ordenador de Dayna el recuadro del chat de Messenger con un sonido de alerta y un nuevo mensaje. Era Fran, por fin se ha conectado. Dayna está empezando sonreír.


El primer mensaje que envía Fran a través del chat lleva una disculpa debido al retraso, pero Dayna le tranquiliza diciendo que no tiene importancia, que a ella le apetecía hablar con él y que fue quien decidió quedarse levantada a esperarle.


Por desgracia su conversación nocturna no es demasiado larga, Dayna no puede aguantar más tiempo despierta. Ellos se despiden hasta mañana mencionando el hecho de que se conocerán en dos días, de los que mañana ya sólo quedará uno.


Dayna cierra su ordenador portátil después de despedirse de Fran. Y sigue sentada sobre su cama con el ordenador apoyado entre las piernas, mira para el techo y piensa en el Sábado, en el Sábado y sobretodo en Fran. Conciliar el sueño es difícil cuando se juntan tantas emociones en una misma noche, y el tiempo pasa despacio para Dayna como si de una eternidad se tratase e imposible fuese no pensar el algo que no fuese llegar a la tarde del sábado.


La semana tiene cinco días lectivos, a los que continúan sábado y domingo. Ayer fue jueves y mañana será sábado, lo que quiere decir que Dayna vive ya en su último viernes antes de conocer a Fran. Su teléfono se ilumina, reproduciendo la melodía a modo de despertador. Dayna se destapa y para el sonido, aún no es consciente de que es viernes, ni si quiera debe darse cuenta aún de que se ha despertado. Pero esta sensación no dura mucho, Fran es el único que merodea por la cabeza de Dayna desde el momento en que decidieron planear una tarde para conocerle, por eso resultaría imposible que se olvidase de su compañero. Puede ser que hoy sea en el que Dayna vaya a clase con más ilusión, ilusión por acabar el día cuanto antes. Claro.


Las horas, las lecciones de los profesores en sus clases, el sonido del timbre entre clase y clase, los recreos, las risas de sus amigas… Todo parece que ha ocurrido en el mismo segundo, pero las seis horas de clase diarias han terminado. Eso quiere decir que llega la hora de volver a casa, que la tarde se acerca, pero para Dayna quiere decir que queda menos para que se termine el día. Mañana, sólo un día queda para que Dayna y Fran se conozcan en persona, pero aún les queda la tarde de hoy para acabar de planificar su espectacular tarde, que no surja ni una sola duda. Dayna sabe que será estupenda.


Para qué colocar la carpeta llena de folios y la mochila correctamente en la habitación y comer con paz y tranquilidad si un chico tan especial como Fran está esperando al otro lado de su ordenador para hablar con Dayna. Lo único importante en este momento es encender el ordenador y hablar con Fran antes de que se vaya a sus clases particulares.


Dayna recoge rápidamente su ordenador de la parte superior del armario, teclea su dirección de correo y su contraseña tan rápido que no se asegura de que ambos estén correctamente escritos, busca entre todas las direcciones de sus amigos la de Fran, pero antes de que ella la visualizase Fran se adelanta y saluda a Dayna. Comienza la primera conversación de la tarde, antes del mejor sábado que pueda existir.


-Hola Dayna, no tengo mucho tiempo para hablar, he de irme rápido a clase particular. Y esta noche no podremos hablar, así que lo mejor sería que acabásemos de planear hoy todo y ya nos veremos mañana, ¿Vale?- A Fran le sentía fatal tener que dejar de hablar con Dayna pero a veces las cosas no siempre salen como queremos, lo que Fran quería en este momento era un plan completo para el sábado.


-Vale, no pasa nada. Entonces ya no vemos mañana. Sábado, cinco y media delante de la entrada de la tienda de ordenadores de Parque Principado. La película la decidimos una vez allí, tampoco tenemos prisa porque hemos quedado temprano.- Por dentro Dayna estaba muy desilusionada, apenas podía aguantar las ganas por hablar con Fran y su conversación no podría durar más de diez minutos, o ni siquiera eso.


-Hecho. Me tengo que ir, te veo mañana. Tengo unas ganas que no me puedo aguantar, hasta mañana Dayna.- El apagar el ordenador le hace sentir a Fran un intenso dolor, o por lo menos un sentimiento doloroso. Mañana será un gran día y Fran lo sabe bien, desea que pasen las horas lo más rápido posible. Dayna estará mañana delante de sus ojos, podrá verla, podrá reír con ella, conocerá a una gran amiga. Está seguro de ello.


Dayna en cambio sigue mirando la pantalla de su ordenador, leyendo y releyendo la despedida de Fran, como si pensase que el estar aún con un cuadro virtual de conversación abierto fuese que la conversación con Fran continúa. Pero sabe que eso es imposible, Fran ha dicho adiós, se ha despedido hasta mañana. Dayna sabe de sobra que tiene que apagar el ordenador, que nadie va a continuar más aquella conversación.


Pero puede que la pregunta más importante que tenga que formularse Dayna sea por qué un simple chico de la red, un chico entre otros diez mil millones que pudieran haber sido ha despertado tanto su curiosidad. Fran tenía algo, algo que a Dayna le encantaba. Y está segura de llegará a ser un gran amigo.


Dayna deja el ordenador en la mesita del salón para que su madre lo tenga más a mano cuando llegue de trabajar. Ella sale del salón y va primero a la cocina, coge un vaso y lo llena de agua fresca para aliviar la sequedad de su garganta. Sube las escaleras hasta el piso de arriba apoyada en el pasamanos de madera, en casa se está muy a gusto en ese momento, la calefacción está puesta y calienta hasta la madera de las escaleras, las pisadas de Dayna se hacen suaves gracias a la mullida suela de sus zapatillas. Dayna siente el calor, la sensación de confortabilidad, ahora mismo está lo más cómoda y feliz posible.

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