Lliteratura

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Les hestories pequeñes son les úniques que pues lleer milenta vegaes...

jueves, febrero 17

Relato: Al límite de la droga.

Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.

¡Hola a todos/as! Aquí os dejo una nueva entrada con un relato escrito a principios de 2007, espero que esta entrada esté algo mejor publicada que las anteriores, pues ya voy manejando algo mejor el Blog, ésta historia que os dejo a continuación la verdad que es triste, muy triste, puede que hasta a mí me parezca demasiada la desgracia que acompaña a los personajes, cierto es que hubo una temporada hace unos años que todas mis historias guardaban relación con las penas de las personas y demás, de todas formas, espero que os guste.


Mi nombre es Antonio, mi pelo es negro y mis ojos marrones, mis amigos no son lo que se puede llamar la mejor compañía y yo no soy lo que se puede decir recomendable ni un ejemplo a seguir, pero no soy mal tío ni mala persona, mi comida favorita son los macarrones y mi mejor cualidad, hacer daño a la gente, gente que para mí es importante y no me doy cuenta de ello hasta que la pierdo.
Fue un lunes, el primer día de clase en toda la semana y como siempre el que más lento pasa y admito que además es el día en el que más difícilmente se me puede aguantar, cualquier mota de polvo en el aire o cualquier revoloteo de mosca eran para mí más interesantes que la explicación de mi profesor, me encontraba en una burbuja de pensamientos dentro de mi cabeza, burbuja que reventó junto con parte de mi labio superior cuando algo pequeño me golpeó con fuerza, de repente volví a la clase y vi a mis compañeros, a mi profesor y un trozo de tiza rodeado de polvo en mi mesa.
-¿Qué coño pasa aquí?
-¿Cómo que “Qué coño pasa aquí”? ¿Tú de verdad eres así siempre Antonio? No tienes respeto por nadie, ya no por mí, sino por tus compañeros.
El profesor se sentó y empezó a escribir en un papel, durante ese momento todos se quedaron callados, y entonces él se levantó y me dijo con cara de agotamiento que me marchase de clase, que fuésemos a dirección yo y mi brillante personalidad.
Salí al pasillo, mientras bajaba las escaleras me encontré a Fran, un amigo mío al que conocí el primer año que entré en el instituto, éramos grandes amigos, más que porque nos gustasen las mismas cosas, el mismo tipo de chicas y cosas por el estilo, era porque los dos nos sentíamos de alguna manera diferentes del resto. Me enseñó una cajetilla y capté la indirecta, fuimos al baño, un rato después el humo ya saturaba todo el espacio, y no teníamos ganas de que apareciera uno de esos profesores que te echan una bronca y luego te suelta el rollo de que estamos creciendo y fumar es malo, entonces abrimos las ventanas y, en ese momento, no sé cómo explicarlo pero, no creo que hubiese sido culpa de algún que otro porro que se hubiera fumado, o cualquier cosa que hubiese tomado pero, por alguna razón, de alguna manera perdió equilibrio, y yo lo vi, delante de mí, cayéndose, aunque en un primer momento no me daba cuenta de lo que era, no sabía si era un sueño, si era una broma hasta que, me di cuenta de que no estaba soñando, ni había sido una broma, en el baño ya no quedaba nadie, con los ojos ya medio ciegos de lágrimas miré por la ventana y allí estaba, un cuerpo sin vida caído de 3 pisos, bajé rápidamente y estaban todos los profesores atónitos con cara de horror, algunos incluso, salpicados de sangre y, sí, entonces me di cuenta.
Mi amigo había muerto. Pensé que todo había acabado para mí. Poco a poco bajaron todos los profesores y cado uno de los alumnos del centro, incluso después de un rato llegaron los padres de Fran, yo me acerqué a ellos para, ni si quiera sé para qué, ¿Pedirles perdón? O igual, Contarles lo que pasó, pero antes de que pudiera decir nada me miraron y su madre lloró, entonces ellos subieron a la clase a recoger sus cosas y llevárselas, entraron, estuvieron mirando para su pupitre un buen rato, cuando acabaron les dejé pasar, yo también miré a su pupitre y en la rejilla encontré su mp4, lo cogí y salí corriendo hasta alcanzar a sus padres, se lo entregué, ellos me miraron e intentaron regalarme una expresión cariñosa, a lo que evidentemente la falsedad les jugó una mala pasada:
-Seguro que a Francisco le hubiera gustado que te lo quedases.


En ese momento volví a pensar en mi amigo, ¿Pero qué estoy diciendo?, ya no creo ni que me pudiera tomar por su amigo. Me dio un ataque de rabia, salí corriendo y me fui del instituto sin que la policía me viera, en ese momento no me apetecía nada contestar preguntas ni aguantar más esa situación, pasé por la calle de Fran, estaba lloviendo y el cielo estaba negro, aunque yo lo estaba más, no pude aguantarme y pegué un puñetazo en la pared, quité la mano y las pared quedó marcada con mi sangre, pero a Fran yo le había hecho algo mas que sangre, y entonces pegué otro puñetazo, hasta romperme la mano y no sentirla, di el tercero y algo me frenó, era el padre de Fran que, muy serio me dijo:
-No tiene sentido que ahora te hagas daño tú, lo que ha pasado ha sido terrible, pero ya no se puede hacer nada para evitar la muerte de mi hijo pero para ti no es tarde. Yo sospechaba que hacía cosas a mis espaldas, pero, yo que sabía lo que se metía, o fumaba, ya has visto lo que le ha pasado, y nunca me perdonaré por haber sido mal padre, tú no sabes lo que sienten unos padres cuando se enteran de que su hijo es un puto adicto, un drogodependiente y sobre todo no sabrás lo que se siente cuando te dicen que ha muerto por eso, sí, se cayó por la ventana pero, ¿Por qué? Por sobredosis, no hagas el mismo daño a tus padres.
Entonces se fue y yo pensé que para mí tampoco había vuelta atrás, porque a mí ya me habían dicho esa vida no era una vida, pero nadie me puede ordenar que lo dejase atrás, yo de todas maneras iba a hacer lo que quisiese.
Durante un momento me quedé en blanco y, entonces se me ocurrió una idea, si Fran había muerto por las drogas, no sería justo que yo viviese.
Las calles estaban encharcadas y según pasaba el agua de la lluvia quedaba marcada de rojo en el suelo al mezclarse con las gotas de sangre de mi mano rota. Llegué a mi casa, di patadas a la puerta hasta que la derribé y entonces me metí en el baño, abrí el cajón de mi madre, donde ella guardaba los anti-depresivos, las pastillas para dormir y demás, cogí todos los botes, los rompí hasta que junté unas 13 pastillas, cuando las tenía en la mano abrí la boca y cerré fuerte los ojos, de un golpe me las tragué, me eché en el suelo a esperar. Unas horas, o días, o semanas o yo que sé mas tarde me desperté en una cama blanca, en una sala silenciosa y siempre con un pitido muy tenue. Abrí los ojos del todo y noté que me dolía la cabeza, se abrió la puerta de la sala y aparecieron dos doctores de aspecto mayor que, cuando me vieron se dijeron entre ellos:
- Mira, el joven ya ha despertado-


Me hicieron unas pruebas y me contaron lo que había pasado, que había hecho una tontería y que era un milagro que estuviera vivo. Aunque para mí seguir vivo era un castigo, una tortura por lo que había pasado con Fran, me daba igual todo, me daban igual mis padres, mis amigos y mi vida ya no importaba así que, miré el carro de enfermería, busqué, y encontré una jeringuilla que estaba vacía sí, pero en ese momento no necesitaba nada, simplemente llenarme las venas de aire hasta ahogar mi corazón, que no respondiera, que me dejara morir, levanté el brazo, y fui apretando hasta que ya no se podía más, el dolor fue atroz, pero todo iba a acabarse, ya nada lo cambiaría, y yo ya no existiría, y me morí. O eso creía, me volví a despertar, era imposible, ¿Es que no había manera de morir? ¿Iba a seguir en aquel infierno toda la vida? No, esta vez no.
Me encontraba en un lugar que se asemejaba a un infierno, era un sitio que nadie querría visitar, ¿Me daban por muerto?, ni siquiera abrí los ojos, no, dejé que acribillaran, que me descuartizaran, aguanté el dolor, la tortura de que te destruyeran vivo hasta que, no sentí dolor alguno porque, esta vez sí, había muerto, o estaba muriendo, antes de dejar de sentir el aire que llenaba mis pulmones, o dejar de notar mi propia piel, o sentirme a mí mismo, creo que pensé algo, pero no me acuerdo qué era, ¿Estaba arrepentido u orgulloso? Mi propia biografía, mi propio fin, contado por mí mismo, aunque igual había dejado ya de ser yo.

4 comentarios:

  1. muy chulIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII :) albuka la amuka jaja XD

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  2. sigo diciend q eres muy sadica XDXD

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  3. Hola, he llegado a tu blog por casualidad. Me gustan las historias de misterio. Ahí fue mi voto, por cierto. Esta historia puede que sea triste como dices pero hace que al leerla experimentes emociones. El arte, dijo alguien, debe provocar para serlo.
    Enhorabuena y si tienes un rato pásate por mi blog.
    Un saludo.

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  4. Sí, triste como bien apuntas y hasta cierto punto angustiante. Pero encierra un cierto toque didáctico. Las drogas no son ningún juego ni diversión.
    Me ha gustado.

    Un saludo, Jamh!! ;)

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